Qué es más caro el gas natural o el licuado

Qué es más caro el gas natural o el licuado

Cuando se trata de comparar precios entre los distintos tipos de combustibles utilizados en hogares, industrias y transporte, una de las preguntas más frecuentes es sobre cuál de los dos tipos de gas es más costoso: el gas natural o el gas licuado. Esta comparación no solo afecta a los consumidores en términos de facturación, sino también a la planificación energética a nivel nacional. Para aclarar este asunto, es fundamental entender las diferencias entre ambos, los factores que influyen en sus precios y cómo se comportan en distintas regiones del mundo. En este artículo exploraremos en detalle cuál de los dos es más caro y por qué.

¿Qué es más caro, el gas natural o el licuado?

La comparación entre el precio del gas natural y el gas licuado (GLP) no es directa, ya que ambos tienen diferentes usos, fuentes de suministro y sistemas de comercialización. En general, el gas licuado suele ser más caro en términos por unidad de energía, pero esto puede variar según el país, los impuestos aplicados, el costo de transporte y la infraestructura disponible. Por ejemplo, en países donde el gas natural es abundante y se distribuye a través de redes subterráneas, su costo por kilowatio-hora puede ser considerablemente menor que el del gas licuado.

Un dato interesante es que, a nivel mundial, el gas licuado (GLP) se utiliza principalmente en zonas rurales o en aplicaciones específicas como la calefacción de vehículos y la cocina en lugares sin acceso a la red de gas natural. Esta menor escala de uso y el costo adicional del almacenamiento en cilindros contribuyen a que su precio sea más elevado en comparación con el gas natural. Además, el GLP es más fácil de transportar, lo que lo hace ideal para áreas aisladas, pero también incrementa su costo debido a los gastos logísticos asociados.

Por otro lado, el gas natural, al ser transportado a través de grandes redes de tuberías, puede beneficiarse de economías de escala, lo que reduce su precio final para el consumidor. Sin embargo, su uso está limitado a las zonas con infraestructura adecuada. En regiones donde no hay redes de distribución, el gas licuado sigue siendo la mejor opción, aunque a un costo más elevado.

Factores que influyen en el costo de los gases combustibles

El precio de ambos tipos de gas no solo depende de su valor energético, sino también de factores externos como los impuestos, el tipo de mercado (libre o regulado), la estacionalidad y las políticas energéticas de cada país. Por ejemplo, en Argentina, el gobierno ha regulado los precios del gas natural en ciertos períodos, lo que ha generado una percepción de que es más barato que el GLP, incluso cuando su costo energético real es similar.

Otro factor relevante es la volatilidad de los mercados internacionales. El gas licuado, al ser importado en mayor medida en algunos países, puede verse afectado por los cambios en los precios del petróleo, ya que su producción está vinculada a los derivados del crudo. Esto hace que su precio fluctúe con mayor frecuencia que el del gas natural, especialmente en economías abiertas o con alta dependencia de importaciones.

Asimismo, el costo de transporte es un elemento clave. Mientras que el gas natural requiere de una infraestructura fija (tuberías y estaciones de compresión), el gas licuado se distribuye mediante camiones cisterna y cilindros, lo que implica mayores costos logísticos y, por ende, un precio final más elevado para el usuario final.

Diferencias en el costo por unidad de energía

Para hacer una comparación justa entre ambos gases, es necesario considerar su contenido energético. El gas licuado tiene una densidad energética mayor que el gas natural, lo que significa que, por kilogramo o por litro, proporciona más energía. Sin embargo, al comparar el costo por kilowatio-hora (kWh), el gas natural suele resultar más económico en países con redes de distribución desarrolladas.

Por ejemplo, en España, el precio promedio del gas natural es de alrededor de 0.08 euros por kWh, mientras que el gas licuado (GLP) cuesta aproximadamente 0.12 euros por kWh. Esto refleja que, a pesar de que el GLP es más concentrado en energía, su precio por unidad de energía es más alto. En otros países, como Brasil o México, donde el gas licuado se utiliza ampliamente en el transporte, los precios también tienden a ser más elevados debido a la demanda y a los impuestos aplicados.

Ejemplos prácticos de comparación de precios

Imaginemos una vivienda que utiliza gas para calefacción y cocina. Si está conectada a la red de gas natural, su factura mensual podría ser significativamente menor que si usara cilindros de gas licuado. Por ejemplo, en Colombia, una familia típica que consume unos 40 metros cúbicos de gas natural al mes puede pagar entre 15.000 y 20.000 pesos, mientras que si usara el mismo volumen de energía en forma de gas licuado, el costo podría duplicarse o incluso triplicarse debido a la diferencia en el costo por unidad de energía.

Otro ejemplo práctico es el uso del gas licuado en vehículos. En Chile, los automóviles que funcionan con GLP suelen ahorrar entre un 30% y un 40% en comparación con el uso de gasolina. Sin embargo, este ahorro puede verse reducido si el precio del gas licuado sube debido a factores internacionales o impuestos locales. En cambio, los vehículos que usan gas natural comprimido (GNC) suelen tener un costo más bajo, pero requieren infraestructura especializada que no siempre está disponible.

El concepto de densidad energética y su impacto en el precio

La densidad energética es uno de los factores más importantes a la hora de comparar el gas natural y el gas licuado. El GLP tiene una densidad energética mayor, lo que significa que puede almacenarse en menor volumen y proporcionar más energía por unidad de peso. Esto lo hace ideal para usos en donde el espacio es limitado, como en vehículos o en zonas sin acceso a redes de distribución.

Por ejemplo, el gas licuado tiene alrededor de 12 kWh/kg, mientras que el gas natural tiene aproximadamente 9 kWh/m³. Esto quiere decir que, aunque el GLP es más caro por kilogramo, puede ser más eficiente en ciertos usos. En cambio, el gas natural, al ser más liviano y menos denso, requiere de más volumen para entregar la misma cantidad de energía, lo que lo hace más adecuado para usos estáticos y en grandes instalaciones industriales.

Recopilación de precios en distintos países

  • España: Gas natural ≈ 0.08 €/kWh; Gas licuado ≈ 0.12 €/kWh
  • Argentina: Gas natural ≈ 0.05 €/kWh; Gas licuado ≈ 0.10 €/kWh
  • Chile: Gas natural ≈ 0.07 €/kWh; Gas licuado ≈ 0.11 €/kWh
  • México: Gas natural ≈ 0.06 €/kWh; Gas licuado ≈ 0.13 €/kWh
  • Brasil: Gas natural ≈ 0.08 €/kWh; Gas licuado ≈ 0.15 €/kWh

Estos precios son promedios y pueden variar según la región, el tipo de contrato y los impuestos aplicables. En países con subsidios estatales, como Argentina, el gas natural puede parecer más barato, aunque en la práctica el costo real para el productor es mucho mayor. En cambio, en países sin subsidios, como España o Chile, el precio del gas natural es más reflejo del mercado internacional.

Diferencias en el uso y su incidencia en el costo

El gas natural suele usarse en grandes cantidades, lo que permite aprovechar economías de escala y reducir su costo por unidad. Por ejemplo, en la industria alimentaria, el gas natural es preferido para hornos y calderas debido a su bajo costo y estabilidad en la entrega. En cambio, el gas licuado se utiliza más en el sector doméstico en regiones sin acceso a la red, lo que limita su volumen de consumo y eleva su precio relativo.

Además, el gas licuado tiene una mayor flexibilidad en su uso. Puede almacenarse en cilindros y transportarse con facilidad, lo que lo hace ideal para usos temporales o en emergencias. Sin embargo, esta versatilidad también incrementa su precio, ya que implica costos adicionales de almacenamiento, distribución y seguridad.

¿Para qué sirve cada tipo de gas?

El gas natural es principalmente utilizado para la calefacción de edificios, generación eléctrica y en la industria, gracias a su bajo costo y disponibilidad a través de redes de distribución. En cambio, el gas licuado se emplea en hogares sin acceso a la red de gas natural, en la cocción, en la calefacción de vehículos y en aplicaciones industriales donde se requiere una fuente de energía portable.

Por ejemplo, en el sector del transporte, el gas licuado es utilizado como combustible alternativo para buses y camiones, especialmente en países como Brasil y México. Su uso en vehículos permite reducir la dependencia del petróleo y disminuir las emisiones de CO₂. En cambio, el gas natural comprimido (GNC) se utiliza en menos vehículos debido a la limitada infraestructura de repostaje.

Alternativas energéticas y su relación con los gases

Aunque el gas natural y el licuado son combustibles fósiles, ambos son considerados más limpios que la gasolina o el diésel. Sin embargo, con la creciente adopción de energías renovables, su papel en el futuro energético podría disminuir. Por ejemplo, en Europa, muchos países están promoviendo el uso de hidrógeno como fuente de energía para reemplazar al gas natural en la industria y la generación eléctrica.

Además, el biogás, que es una versión renovable del gas natural, está ganando terreno como alternativa sostenible. Este tipo de gas, producido a partir de residuos orgánicos, puede ser inyectado a la red de gas natural y utilizado como combustible en lugar del gas convencional. Aunque su precio es similar al del gas natural tradicional, su producción requiere de una infraestructura adicional que aún no está completamente desarrollada.

El impacto ambiental y económico de ambos gases

Ambos tipos de gas tienen un impacto ambiental menor que los combustibles líquidos, pero no son completamente sostenibles. El gas licuado, al ser más denso, puede liberar más emisiones de metano durante su transporte y almacenamiento si no se maneja adecuadamente. Por otro lado, el gas natural, aunque más limpio en su combustión, también puede generar fugas de metano, un gas de efecto invernadero extremadamente potente.

Desde el punto de vista económico, el gas natural es más accesible para los grandes usuarios debido a su disponibilidad a través de redes fijas. En cambio, el gas licuado, al ser distribuido en cilindros, implica un costo logístico más elevado que se traslada al consumidor. En zonas rurales, donde no hay acceso a la red de gas natural, el gas licuado es la única alternativa viable, aunque a un costo mayor.

¿Qué significa el gas natural y el gas licuado?

El gas natural es una mezcla principalmente de metano (CH₄), extraído de yacimientos subterráneos y utilizado como combustible. Se distribuye a través de redes de tuberías y se utiliza principalmente para la calefacción, la generación eléctrica y la industria. Es una fuente de energía fósil que, aunque más limpia que el carbón, sigue siendo un recurso no renovable.

Por otro lado, el gas licuado (GLP) es una mezcla de propano y butano, que se licua bajo presión para facilitar su transporte y almacenamiento. Se utiliza en zonas sin acceso a la red de gas natural, en la calefacción de vehículos y en aplicaciones domésticas. Aunque también es un combustible fósil, su mayor densidad lo hace más adecuado para usos en donde la movilidad es un factor clave.

¿De dónde provienen el gas natural y el licuado?

El gas natural se obtiene principalmente de yacimientos subterráneos, ya sea como gas asociado al petróleo o como gas no asociado. En algunos casos, se extrae de formaciones de carbón o de depósitos de gas de esquisto mediante técnicas como el fracking. En cambio, el gas licuado se produce como subproducto del procesamiento del petróleo y del gas natural, o bien se extrae directamente de yacimientos específicos.

La producción de gas licuado es más intensiva en países con grandes reservas de petróleo, ya que se obtiene durante el refinado del crudo. Países como Estados Unidos, Qatar y Arabia Saudita son los principales productores de gas licuado en el mundo. En cambio, el gas natural es más común en regiones con grandes yacimientos, como Rusia, Irán y Estados Unidos.

Alternativas y tendencias futuras

Con el crecimiento de las energías renovables, el papel de los gases fósiles podría reducirse en el futuro. El gas natural, aunque más limpio que el carbón, sigue siendo un combustible fósil y su uso está siendo limitado en muchos países con políticas climáticas ambiciosas. En cambio, el gas licuado, al ser más portable, podría tener un papel más destacado en la transición energética, especialmente como combustible para vehículos en combinación con tecnologías de captura de carbono.

Además, el biogás y el hidrógeno están ganando terreno como alternativas sostenibles al gas natural. El biogás, producido a partir de residuos orgánicos, puede ser inyectado a la red de gas natural y utilizado como combustible. Por su parte, el hidrógeno, especialmente el verde, se está desarrollando como una alternativa viable para la industria y el transporte pesado.

¿Qué combustible es más sostenible?

Aunque ambos son combustibles fósiles, el gas natural es generalmente considerado más sostenible que el gas licuado debido a su menor emisión de partículas y su mayor eficiencia energética. Sin embargo, ambos presentan desafíos ambientales, especialmente en lo que respecta a la fuga de metano durante su extracción y transporte. Para ser realmente sostenibles, ambos tipos de gas deben complementarse con tecnologías de captura de carbono y con una reducción progresiva en su uso a favor de energías renovables.

Cómo se usan en la vida cotidiana

En la vida cotidiana, el gas natural se utiliza principalmente para la calefacción de viviendas, la cocina y la generación eléctrica. En cambio, el gas licuado se usa en zonas rurales para la calefacción y la cocina, y también como combustible para cocinas portátiles, barbacoas y vehículos. Por ejemplo, en Argentina, millones de hogares utilizan cilindros de gas licuado para su cocina diaria, mientras que en España, donde hay una red de gas natural bien desarrollada, su uso es más común.

En cuanto a los vehículos, tanto el gas natural comprimido (GNC) como el gas licuado (GLP) se usan como alternativas al diésel y a la gasolina. En Brasil, millones de automóviles corren con GLP, mientras que en Italia y en el sureste de Asia, el GNC es más común. Ambos ofrecen un ahorro significativo en comparación con los combustibles tradicionales.

Impacto en el bolsillo del consumidor

El impacto en el bolsillo del consumidor depende en gran medida de la región, la infraestructura disponible y el tipo de uso. En general, los usuarios conectados a la red de gas natural pagan menos por unidad de energía, lo que los hace beneficiarios de economías de escala. En cambio, los usuarios que dependen del gas licuado suelen pagar más, especialmente si viven en zonas rurales o alejadas de las redes de distribución.

Por ejemplo, en México, una familia que cocina con gas licuado puede gastar entre 500 y 800 pesos mensuales por cilindro, mientras que si usara gas natural, el costo podría ser hasta un 40% menor. En zonas con alta concentración poblacional, el gas natural es una opción más accesible, mientras que en zonas dispersas, el gas licuado sigue siendo la única alternativa viable.

Consideraciones para elegir entre ambos gases

Al decidir entre el gas natural y el gas licuado, es importante considerar varios factores:

  • Ubicación geográfica: ¿Hay acceso a la red de gas natural?
  • Uso principal: ¿Se necesita portabilidad o fijeza?
  • Costo por unidad de energía: ¿Cuál es más económico en la región?
  • Infraestructura: ¿Es posible instalar una red de gas natural o se requiere de cilindros?
  • Políticas gubernamentales: ¿Existen subsidios o impuestos que afecten el costo final?

También es importante evaluar las opciones energéticas alternativas, como el uso de energías renovables o la posibilidad de migrar a sistemas eléctricos más eficientes. En zonas donde el costo del gas licuado es muy alto, la instalación de paneles solares o de calentadores eléctricos podría ser una alternativa más sostenible a largo plazo.